Yolanda G. Núñez Palacios
Así
reza un refrán popular en nuestro país, haciendo alusión a que nadie puede
seguir aquello que no conoce o por lo menos no ha visto. La publicidad tal vez
fija sus principios en pensamientos tan cotidianos como éste. Y es que sí
recuerda, la finalidad de la publicidad es: informar, persuadir, convencer y
modificar actitudes.
Sin
estas funciones no sería posible que ningún consumidor supiera que es lo que
ofrecen los productores para satisfacer sus necesidades o gustos. Sin embargo,
la publicidad está sufriendo los avatares de los excesos en el uso de los medios de comunicación, en los que
los consumidores se resisten a ver más anuncios, hay una sobresaturación de imágenes, las encuentras en las calles y
avenidas en forma de espectaculares, billboards
rodantes, en las paradas de los camiones, en las estaciones del tren, en
las cabinas telefónicas, en los postes de luz, en el aire con globos aerostáticos
o avionetas que anuncian algo, automóviles publicitarios, en todos los
camellones de las avenidas importantes de la ciudad, al llegar a la esquina, te
abordan por todos lados deslizándote por las ventanillas abiertas de tu auto,
cualquier cantidad de anuncios, volantes o flyers con promociones de teléfonos
celulares, limpieza de alfombras y tapetes, canceles, lecturas de Tarot,
masajes y servicios sexuales, antros, etc. en tu propia casa, al salir te
encuentras anuncios pegados del cancel , al subirte a tu automóvil, descubres
que no ves porque el parabrisas está lleno de anuncios. Quieres desconectarte
un poco y prendes la televisión y te encuentras con la misma barahúnda
publicitaria así que inventamos los fenómenos evasores de la publicidad como el
zapping, para eludir los anuncios con el
control remoto, el zipping para no escucharlos,
el efecto inodoro, aprovechando los anuncios para ir al baño, el efecto
refrigerador y el colmo “el efecto amor” aprovechando los anuncios para atender
a la esposa, etc.
La
creatividad del diseñador publicitario no se deja esperar ante esta guerra
desatada por los empresarios queriendo anunciarse y los consumidores evadiendo
los anuncios. Últimamente he visto anuncios muy creativos, divertidos, con
excelente producción y que llegan al mercado meta excelentemente. Para muestra
está el de tarjetas de crédito de un banco en el que muestran una historia de
un joven que vivía en la playa, tenía un bar, su mesera estaba enamorada de él,
un perrito y su mamá; él decide viajar a la ciudad y descubre que la gente
sueña con ir a la playa... el mensaje: “tu lo tienes todo usando tu tarjeta de
crédito …Banamex”, en la radio, para
anunciar el centro comercial Plaza del
Sol, exaltan al consumidor que todos llevamos dentro, los anuncios de los
pantalones Levi’s, son muy buenos, y así podría seguir mencionando anuncios de
entre buen a pésimo gusto.
Pareciera
ser que solamente compramos o consumimos aquello que nos están mencionando
constantemente; sin embargo dando un vistazo atrás, cuando la excelencia de los
medios no estaba en todo su apogeo, la gente conocía un producto, lo utilizaba,
le agradaba y lo recomendaba a los demás, incluso se heredaba de
generación a generación la costumbre de seguir adquiriéndolo. Algunos de ellos
todavía sobreviven como: los pasadores para el pelo Violeta, pomada de la
Campana, pomada de La Tía, los cerillos Talismán que recuerdo en sueños, hace como 30 años, mi tía
Lola recorto las cajitas con los paisajes que venían y armo un cuadro enorme que
coloco como fondo en su oficina, los palillos mondadientes “Pingüino”, la famosísima salsa Tamazula, la
salsa botanera La Valentina, la única salsa que acompaña al tequila Sangrita
Viuda de Romero, los enchinadores de pelo Yoly, etc., la lista es interminable.
Encuentro
que cuando se es único en una categoría de producto y que está bien posicionado
se puede evitar el gasto publicitario y seguir vendiendo, la pregunta sería
¿hasta cuando se puede permanecer en esta privilegiada posición?, la respuesta
es: hasta que algún productor lance al mercado un producto similar y construya
toda una imagen alrededor de él,
invirtiendo en una llamativa campaña. Tal fue el caso de “Sal de Uvas
Picot”, recuerdo este producto cuando
era niña, que utilizaba a una enfermerita de caricatura con una varita mágica
que al simple toque con la persona, le aliviaba el malestar estomacal, era como Campanita la de Peter Pan y me encantaba
verla, además de que sabía acidito y sí lo probabas directamente, resultaba
divertido por las burbujitas que se te hacían en la lengua. Al paso del tiempo
Alka Seltzer, que es un producto amargo, lento de disolverse en el agua, sin
las ventajas de la Sal de Uvas Picot, invirtió en una muy creativa campaña y
desplazó a la Sal de Uvas, algo parecido le sucedió a Mentholatum con Vick Vaporub.
Platicando
con Rodrigo Ansotegui, dueño de PASA, industria que maneja Salsa de Soya Pasa,
Vainilla Pasa, Palillos Pasa, y otra cantidad de productos, además de ser
distribuidores exclusivos de otras marcas, le preguntaba porque no se anuncian,
a lo que me contestó: “no nos parece necesario realizar tal gasto, la
participación de mercado que tenemos con nuestro producto es muy elevada, con la marca Pasa, atendemos simultáneamente más de 3,000 puntos de venta, nuestro éxito
está en el producto, precio y la distribución así que sí alguien quisiera
desarrollar la formula de la vainilla en nuestro país, por ejemplo, no podría
competir contra nuestra red de distribución”. Y efectivamente vas a cualquier
supermercado y en el anaquel solamente encuentras vainilla Pasa y vainilla
Molina, que por cierto está desapareciendo.
El
mismo éxito se puede atribuir a la Fabrica de Jabones La Corona, con una amplia
gama de productos bien posicionados dentro de su propia categoría, ya que
Procter & Gamble, Bayer, Alen,
Colgate-Palmolive, etc. tienen repartido el resto del mercado de la limpieza.
El
riesgo es latente, sí te anuncias corres el riesgo de no querer ser visto y sí
no te anuncias, es definitivo, no te ven
y sí aún te siguen viendo en estas condiciones, puedes perder tu mercado por
alguien que se arriesgó en anunciarse. Así que Santo que no es visto...corre el
riesgo de no ser adorado.
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